cartapacio
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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
S
irena
.– Palabras por palabras. Palabras por palabras.
M
ujer
.– ¡Y su canto hipnótico me habla de una patria imposible! Y su
canto hipnótico me enseña pesadillas de un mundo desolado de des-
orden endémico. Si no luchamos: ¿Qué herencia sino esa recibimos?
¿Qué herencia sino esa dejaremos? Puse mi fe en una tierra cuya fe, si
la tiene, dejó de ser la mía.
H
ombre
y M
ujer
.– (
Cantan.
) Cum subit illius tristissima noctis Imago
Iamque quiescebant uoces hominumque canumque
Iamque morae spatium nox praecipitata negabat.
S
irena
.– (
Mientras el
H
ombre
y la
M
ujer
siguen cantando
.) En hora mala
fuera vuestra / la lengua / la mía / la que hablo / la que escribo / que
quien no se mueve no siente las cadenas / apenas / una España soñada
/ apenas. / Vamos, ven aquí que voy a hablarte de la verdad, de la des-
gracia y del sufrimiento.
H
ombre
.– Y tuvimos que aceptar su cruel belleza.
Y abandonados,
quisimos ser omnipresentes
a través de la televisión.
Quisimos ver las miserias de los otros
para no ver nuestras miserias.
Y la televisión,
como un antiguo profeta,
nos mostró preciosas revoluciones floridas,
y entonces,
nosotros,
deseamos la guerra,
la caída,
del sistema.
Y después vimos
la muerte de un dictador.
Y aunque el dictador merecía la muerte
la violencia sobre su cuerpo,
su cuerpo
ensangrentado,
es algo que no pudimos soportar.
La libertad está más allá del trabajo,
más allá de las nuevas tumbas de los muertos,
más allá de los dictadores.
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