cartapacio
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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
te digo que mejor… (
A
A
driana
.
) Adriana, díselo tú que eres la que
tiene la cabeza sobre los hombros en esta relación, vamos a dejar el
tema del derecho… porque yo, además de abogado, soy medio filósofo
te puedo contar mucho de la vida, así que, ahí ya la hemos jodido. (
Pau-
sa.
) Mira a Adriana, cómo le gusta el vino. ¿Te gusta?
A
driana
.– Sí, pero como yo no entiendo…
A
bogado
.– Hombre, que si entiendes, tú sabes latín, a treinta euros la
botella, tu mujer reconoce lo bueno. No como tú. Es una disfrutona.
Anda, pide una botella y os la bebéis esta noche en el hotel a mi salud,
hombre… Y nos dejamos de maltratos, de abandonos y de malos rollos.
Y un día ves a tu padre y os dais la mano y ya está. (
Pausa.
) Y este
verano, que se joda y os deje la casa de Ibiza. Y os vais allí los dos tan
ricamente. (
Pausa.
) Te ha echado mucho de menos. Te lo digo yo que
llevo muchos años aguantándole.
D
aniel
.–¿Y por qué no llamó nunca?
A
bogado
.– Mira, si no fuera porque tienes la cabeza de cemento armado
te la partía ahora mismo.
D
aniel
.– Se fue con una mujer veinte años más joven.
A
bogado
.– ¿Y tú crees que eso es fácil? ¿Que para él fue un camino de
rosas? Lo que pasa es que tú eres un prejuicioso. Lo de que fuera vein-
te años más joven es lo de menos. Hizo un gran sacrificio. ¡Dejó a sus
hijos! ¿Crees que eso es fácil? Mira, deja de hablar porque voy a em-
pezar a hablar yo y no te va a gustar. Si quisiera, si quisiera te tapaba
la boca ahora mismo y no hablabas más.
D
aniel
.– Pero podría ser su hija.
A
bogado
.– Mira… te voy a decir algo para que lo entiendas. ¿Ves a
Adriana? Tú la ves, ¿no? Y voy a ser muy claro, porque yo soy muy
directo. Ves el escote que lleva, ¿no? Pues lo mismo veo yo. No… no
te preocupes, Adriana, es algo natural. Tú tienes unas buenas tetas y
para qué las vas a disimular. Es un ejemplo para que lo entiendas. A
mí me gusta hablar muy clarito. Ya está. No pasa nada. Yo no estoy
viendo a una chica que podría ser mi hija sino a una mujer. A ver, para
no andarnos con tonterías. ¿Tú me considerarías capaz de hacerle el
amor a tu mujer?, ¿eh?
D
aniel
.– ...
A
bogado
.– ¿Tú, Adriana, me considerarías a mí capaz de hacerte el
amor? ¿A que sí?
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