cartapacio
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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
pregunté a Gertrud por antecedentes de esquizofrenia en la familia
y salió a colación una tía abuela que había emigrado a Francia. ¿Por
qué no podamos el árbol genealógico? Está lleno de pulgón. Mi madre
me dio la razón: «necesitamos sangre nueva». Toda la noche la pasé
oyéndoles hacer el amor. La imagen de mi madre a horcajadas sobre
semejante cubo de basura me impidió el sueño. Al día siguiente no
salí de mi cuarto ni al posterior. Ofelia, accediendo a los ruegos de mi
padrastro, llamó a mi puerta «¡Soy yo!» y se me ofreció como la puta
más barata de Montera. Primeramente, humillé su maquillaje: ¡
rimmel
azul! Le dije que llevaba una ceja de su padre y otra de su madre. Y ya
que te pones tacones, aprende a andar. La pobre Ofelia, epítome de la
vulgaridad de los noventa, saltó por la ventana. Inerte y despachurra-
da, con la sesera rodeándole la cara como una aureola, resucitó en mí
un antiguo deseo. El resto del día me lo pasé jugando a juegos en red
violentos.
II
H
amlet
.– No es puntual.
G
ertrudis
.– Como siempre llegas tarde, te cité media hora antes. Y mira
por dónde, hoy has llegado... pero podías haberte planchado la camisa.
¡Qué sucio llevas el cuello!
H
amlet
.– Mamá, no soy un niño. Él tiene más o menos mi edad, ¿no?
G
ertrudis
.– Tú dices que la edad no importa.
H
amlet
.– He cambiado de punto de vista.
G
ertrudis
.– Esa chica…
H
amlet
.– ¿Ofelia?
G
ertrudis
.– No tenía más de quince años.
H
amlet
.– Ahora soy asexual… como un
escargot
.
G
ertrudis
.– El
escargot
es hermafrodita. Tiene micropene y órgano recep-
tivo. Los he visto en el jardín. Copulan cuatro, cinco horas. Después
de jugar con los cuernos…
H
amlet
.– ¡Basta, mamá! Lo miraremos en
Wikipedia
una vez lleguemos
a casa.
G
ertrudis
.– Le dije a Claudio que se quedara a dormir.
H
amlet
.– ¿Claudio? ¡Qué nombre!
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