cartapacio
Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
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sulta a Gertrud: «en lugar de parirme pudiste tirarte un pedo». Tienes
treinta años, vete de mi casa, ocupa la del vecino, compra un billete de
Interrail, eres joven, ponte una camiseta del Che Guevara, pero a mí
no me jodas. Cuando voy a ponerme la crema doble acción, descubro
que Hamlet ha vaciado mis cosméticos y los ha rellenado con las mis-
mísimas cenizas de su padre. «Basta ya de
botox
y de hilos de oro». ¡Me
hierve la sangre! «Pero si tú ya tienes la menopausia, mamá». «¿Ves
esta cicatriz?». Bonita cesárea. Tú, deberías sufragar su pigmentación.
Hasta para eso tenías que ser especial: yo nazco de nalgas. ¡No es fácil
volver a tener un orgasmo después de dilatar diez centímetros en el
parto!
VIII
J
asón
.– Yo soy Jasón, un
self-made-man
burgués, un hombre hecho a sí
mismo. Jasón aprendió a leer con libros de micro y macroeconomía.
Jasón tenía claro dónde quería llegar en la vida y la foto de Carl Sch-
mitt sobre el cabecero de la cama. Una entrevista de trabajo: buscan
gente sin estudios y con ambición, yo. Si te quitas la coleta y el
pearcing
,
empiezas a trabajar mañana. Medea, que aunque nació en la perife-
ria tiene madera de reina, o al menos de
latinqueen
, exhorta a Jasón
para que conserve sus dilataciones y tatuajes. «¡El curro no está bien
pagado!». Pero Jasón hace sus cálculos: si empiezo como reponedor,
de aquí a cuarenta años, puedo ser el director de la empresa. De em-
pleado a encargado. De encargado a gerente. De gerente a supervi-
sor. Y de ahí, al franquiciado.
¿Whopper
doble o con queso? ¿Talla X o
XL? ¿Con gaseosa o con limón? ¿Por qué el aspecto del victorioso es
odiado? Medea asiste a las cenas de empresa en chándal de táctel, se
emborracha y me ridiculiza. Correr como un negro, para ganar como
un blanco. Correr como un negro, para ganar como un blanco. Co-
rrer en bolsa, ganar dinero con acciones, bonos… De un día para otro,
Jasón da el «braguetazo». En un juego de
paintball
organizado por el
sindicato, Jasón, que dio un cursillo de primeros auxilios en la mili,
entablilla el tobillo de la hija del jefe. ¡Quién me iba a decir a mí, que
crecí en el extrarradio sin otra diversión que meterles petardos por el
culo a los gatos, que acabaría jugando al golf! Creúsa y yo nos enamo-
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