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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
Muriel Sánchez fue sobria y brillante, delicada, plena de belleza y elegancia; en la
que sobresalía su formación lírica. La crítica señaló la dificultad de la propuesta,
así como el acierto en su resolución y valoró muy positivamente el trabajo de la
actriz (Vallejo 6/3/08 y Villán 19/3/08). Con
La estrella de Sevilla
, de Lope de Vega,
le llega la oportunidad de interpretar uno de los grandes personajes femeninos,
condicionados por el tema del honor, del repertorio barroco. Con él, resultó can-
didata en la categoría de mejor actriz de los Premios del Teatro de Rojas. En
alguna ocasión hemos comentado que su interpretación, correcta, no alcanzaba
la perfección de
Romances del Cid
(Pérez-Rasilla 28/5/09); opinión que no ha sido
compartida por toda la crítica, que ha alabado profusamente esta interpretación
(Abajo 1/12/09 y Peralta 17/4/10). Muriel Sánchez es una actriz sólida, que ha
podido resolver, con profesionalidad, propuestas complejas o cuanto menos dis-
cutibles de algunos montajes, como
El condenado por desconfiado
, de Tirso, estrenado
en 2009 con dirección de Carlos Aladro o el de
Un bobo hace ciento
, de Solis Ribade-
neyra, en 2010, bajo la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente. Últimamente
interpreta a Polly Peachum, en
La ópera de los tres reales
, de Brecht, nuevo encargo
del CDG, presentado en 2011 y que se programó también en Madrid en el Teatro
Fernán Gómez. Ha trabajado en el medio audiovisual, interviniendo en anuncios
comerciales, distintos cortometrajes y largometrajes y series de televisión.
Este rápido espigueo por estas veinticinco actrices representativas del teatro
español en el siglo
xxi
nos muestra la existencia de una promoción emergente —a
la que, como ha quedado dicho, podríamos añadir algunos nombres más—, cuyo
trabajo ha merecido ya reconocimiento por parte del público y de la crítica y, en
consecuencia, resulta pertinente su estudio. De él se desprenden algunos rasgos
recurrentes, que, a pesar de la provisionalidad del trabajo, conviene consignar.
El primero de ellos es la esmerada formación de las actrices. Si bien es cierto
que muchas de ellas proceden de familias relacionadas con el teatro, no lo es me-
nos que en el perfil de la joven actriz contemporánea la formación reglada —la
RESAD es la institución de referencia— constituye ya la norma y no la excepción.
A los estudios teatrales muchas de estas actrices suman estudios de música y/o de
danza o también estudios universitarios, predominantemente humanísticos, aun-
que en algún caso han cursado carreras de carácter científico. También es habitual
que, tras cursar sus respectivos estudios, las actrices hayan reforzado su forma-
ción con clases, seminarios, talleres etc., tanto en España como en el extranjero, lo
que ha posibilitado que algunas de ellas hayan podido trabajar fuera de España.
Una segunda nota es la presencia de estas actrices en escenificaciones reali-
zadas a partir de los textos del gran repertorio. Naturalmente, no es un territorio
exclusivo para su labor; muchas han trabajado en obras de carácter experimental
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