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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
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y Pablo Picasso termina
Las señoritas de Aviñón
en 1907, considerada la obra
que da origen al cubismo. En pocos años, junto con los trabajos de Georges
Braque, el cubismo como corriente de vanguardia pictórica se consolida
internacionalmente. En 1939 el cuadro de Picasso ya figura en el MoMa de
Nueva York, como pieza esencial de las primeras colecciones del citado mu-
seo. Desde que la obra
Las señoritas de Avignon
fue terminada por el autor y
su consagración en el mundo del arte, tan solo trascurren treinta y dos años,
y se produjeron una serie de aportaciones en cascada en el mundo del arte.
A título de simples ejemplos que me han interesado especialmente, pue-
do citar varios. Dentro de los trabajos en la Bauhaus, Oskar Schlemmer
compuso y puso en escena en 1922
El ballet tríadico
, que aún hoy sigue ins-
pirando a escenógrafos y diseñadores de vestuario. Le Corbusier finalizó
en 1929 la
Ville Savoye
, edificio manifiesto del movimiento moderno. Piet
Mondrian se establece en París desde 1919 a 1938 y pinta en esos años
sus trascendentales composiciones en
Rojo, Azul y Amarillo
. Poco después
los ejércitos de Hitler entraron en París y el centro de gravedad del arte
se trasladó a Nueva York. Aunque para que no quedaran dudas, en 1933
John D. Rockefeller destruye el mural
El hombre controlador del universo
, que
Diego Rivera había pintado en el gran vestíbulo del Rockefeller Center,
destinado a ser el edificio emblema del poderío económico de una familia
y un país. Ese mismo año Mark Rothko realiza su primera exposición
individual en Nueva York. Las líneas quedaban trazadas.
Parecía que todo quedaba claro, pero cien años después de
Las seño-
ritas de Aviñón
creo que seguimos en el mismo universo estético, pero con
la diferencia de que, para creer que avanzábamos, hemos ramificado una
y otra vez el camino. Ahora que ya nos adentramos en la segunda déca-
da del siglo
xxi
, percibimos nuestras ciudades, la arquitectura, las artes
plásticas y las artes escénicas y en cierto sentido, toda nuestra vida, como
un
collage
, más que como una obra unitaria y de una sola textura. Y ello
nos enfrenta a una existencia más compleja que no se ajusta a pautas pre-
concebidas, sino que nos exige decidir cada día cual es nuestra posición
tanto en los asuntos de nuestro entorno como en la existencia más íntima
y personal.
La técnica de los papeles recortados y la cola, no solo marcó la revo-
lución en la pintura a principios del siglo pasado, el momento más inno-
vador, más poético, sino que ha mostrado a lo largo de este tiempo, su
capacidad de reflejar toda una época, «la soberanía del pensamiento» en
palabras de Tristán Tzara. La facilidad con que manejamos en los orde-
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