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Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
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dicalidad de un cara a cara con el espectador que obliga al mismo tiempo
a un cuerpo a cuerpo con ellos mismos. Aquello que puede resultar humi-
llante en el ser humano, lo que le rebaja, el sentimiento de vergüenza, de
sumisión o de patetismo, en la primera de estas obras, o las acciones que
se suceden en
Four movements
como pruebas que deben superarse ante una
suerte de tribunal televisivo, recorren los lados oscuros de unos cuerpos
—artísticos y sociales al mismo tiempo— que ante todo quieren mostrarse
¿por vanidad, por ayudar a los demás, para salvar a los demás, para sal-
varse a sí mismos? Tratando de decir lo que son, tratando de identificarse
como artistas a través de estas acciones llegan a expresar lo que no son,
pero que forma parte igualmente de ellos mismos. Intentando sobrevivir,
antes que vivir, uno se deja ver con mayor claridad como testigo de su pro-
pia vida, una vida atravesada, como estos escenarios, por la violencia a la
que alude la idea de supervivencia. Al final de la obra se proyecta un vídeo
donde se les pregunta a varios creadores, agentes culturales y artistas de
calle por el arte y la supervivencia. Cruzar una cosa con la otra conduce
a plantearse el hacer artístico desde un tipo de necesidad que atraviesa el
cuerpo en sus necesidades más elementales.
En los últimos diez años se ha venido replanteando de formas distintas
esta difícil ecuación desde la que proponer ese espacio extraño que se
abre entre lo que el cuerpo puede hacer, es decir, su capacidad física, y su
proyección como discurso público, o sea, su capacidad política; incluso en
casos en los que no llega a haber palabras, pero en los que su posibilidad,
en forma de pregunta, queda en el aire. Desde esa imposibilidad de hacer
coincidir el yo viviente con el yo hablante, es decir, desde la falta, desde
la carencia, se han ido expresando otras posibilidades de ser en público,
de ser historia a partir de un presente concreto. La consideración del lu-
gar escénico como espacio intermedio entre un hacer y un decir, entre la
acción y el discurso, obliga a la reconsideración de esa línea divisoria que
marca la diferencia entre lo público y lo privado, entre lo personal y lo
político, entre el yo y la sociedad, como dos campos que se definieran por
oposición.
E
l
testimonio de
la
intimidad
En la construcción de un espacio de no coincidencia de uno consigo mis-
mo, la intimidad se presenta como uno de los lugares donde la confesión
1...,61,62,63,64,65,66,67,68,69,70 72,73,74,75,76,77,78,79,80,81,...224