cartapacio
Acotaciones
, 28, enero-junio 2012
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contemplación les parece insatisfactorio. No es preciso subrayar que la
petición dejaba plena libertad a las autoras sobre las condiciones temáti-
cas y formales de los textos y no se proponía indicación alguna al respecto,
si exceptuamos la necesaria limitación del espacio. Por esta razón, me pa-
rece revelador que en todos los casos las dramaturgas hayan adoptado una
actitud crítica y una reacción airada ante las injusticias, las estupideces y
las lacras de una sociedad —la suya y la nuestra— ante la que se sienten
responsables y obligadas a adoptar un compromiso, a dar una respuesta.
Los motivos concretos son diferentes, aunque próximos unos a otros, y
los estilos son diversos, acordes con la personalidad estética de cada una
de las creadoras, pero el estado de ánimo que podemos inferir desde la
lectura de sus obras es semejante. Todas parecen haber sido escritas des-
de la rabia, desde la disconformidad que produce dolor, y también desde
la necesidad de actuar sobre esa sociedad que causa indignación. Este
sentimiento inspira una escritura contundente y audaz, sin miramientos
ni timideces, notas que pueden aplicarse sin excepción a todas las obras
que ahora se publican. En todas ellas advertimos también una experimen-
tación con el lenguaje dramático, una búsqueda formal exigente y arries-
gada.
La imagen de la sociedad reflejada en cada uno de los textos está confi-
gurada por la violencia, una violencia que impregna todos los ámbitos de
la vida personal y social, que forma parte de los marcos de convivencia y
que se infiltra a través del lenguaje y también a través de los silencios y las
omisiones. La violencia de género inspira la escritura de
Las variaciones del
golpe
, de Vanessa Montfort.
Fictionality Shows
, de Diana I. Luque, se ocupa
de la violencia que sobre la vida íntima imponen los medios de comunica-
ción de masas. Las contiguas formas de violencia que se desarrollan en la
convivencia de la pareja y en las relaciones entre parientes y amigos ver-
tebran
Manlet
, de María Velasco, o
Litus
, de Marta Buchaca, que explo-
ran además los resultados de la banalidad como criterio de conducta. La
violencia en las relaciones laborales es el tema de
Punto muerto
, de Blanca
Doménech. Las normas violentas de exclusión social y política practica-
das desde el sistema mediante el establecimiento de límites y fronteras y
la construcción de un discurso falseado e hipócrita de propaganda pro-
porcionan el material dramático para la escritura de
Frontera
, de Vanesa
Sotelo, y de
Un concierto de despedida
, de Lola Blasco. Pero algunos temas
se entrecruzan, como si se hubieran construido puentes entre los textos.
Por ejemplo, la tensión que genera un sistema de propaganda creado por
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